Leavenworth en Navidad: Un cuento invernal lleno de aventuras y momentos inolvidables
Si hay un lugar en Washington que desde que lo conocí parece sacado de un cuento de hadas en Navidad, ese es Leavenworth. Cada vez que le visitamos, la magia nos envolvió: calles iluminadas con miles de luces, fachadas alpinas que parecían postales vivientes y esos aromas irresistibles a chocolate caliente, canela flotando en el aire, panes, hot dogs y más. Con mi esposo nos dedicamos a recorrer la ciudad, entrando y saliendo de sus tiendas decoradas con esmero, disfrutando de cada detalle de sus tradiciones bávaras.
Pero si pasear entre luces navideñas ha sido siempre encantador, la verdadera aventura que experimenté por primera vez comenzó cuando decidimos subirnos a un snowmobile. Nunca en mi vida había manejado uno (de hecho no lo manejé, yo iba agarrada de la cintura de mi esposito) y, para ser honesta, me daba un poco de nervios todo eso. Pero el equipo de entrenamiento nos explicó todo con paciencia, nos dieron la ropa y protección adecuada, y en cuestión de minutos ya estábamos deslizándonos por la nieve, riendo como niños y tomándonos fotos donde se nos antojaba. La sensación de velocidad, el paisaje cubierto de blanco y la adrenalina (que en especial aviva a Pedro) hicieron de esta experiencia algo inolvidable para los dos. –> continúa leyendo después de la galería de fotos.
Esta paseo fue de los primeros que hice por esa zona y mi primera vez en un snowmobile en la montañas nevadas de la ciudad de Leavenworth, lugar que me trae memorias bonitas de la Colonia Tovar en Venezuela; aunque para nosotros venezolanos nuestra villa alemana si que es original 😉
Después de la aventura en la nieve, nos esperaba el calor acogedor de una cabaña rústica, el lugar perfecto para descansar, deleitarnos de todo y disfrutar de una buena comida. Probamos platos deliciosos, desde bratwurst con chucrut hasta un reconfortante strudel de manzana (que me recuerdan las baklavas). Y claro, no podía faltar un glühwein, que es un vinito caliente con especias canela y anis estrellado, limón o naranja, hecho idealmente para acompañar los momentos fríos de invierno
Y antes de continuar, te tengo que decir que me fui a Internet para recordar esos nombres de las comidas, porque olvídate que tengo memoria para recordarlos.
Algo muy lindo y con un toque de romanticismo en este viaje fueron los atardeceres sobre las montañas nevadas. El cielo con sus tonos rosados, naranjas y dorados, reflejándose en la nieve crean una vista de ensueño para memorizar. Nos quedamos un rato deleitándonos y agradeciendo tantas cosas en silencio, simplemente absorbiendo la belleza del momento, detallándo las bendiciones de vivir experiencias como esta.
Leavenworth se convirtió en uno de mis lugares favoritos en Washington, recordándome mucho a la Colonia Tovar en Venezuela, con su aire europeo y su encanto acogedor. Tanto me encantá de este lugar que volví varias veces: embarazada, con mi hijo ya de 3-4 anitos y hasta con mi mamá hermosa cuando vino de visita a los Estados Unidos. Cada vez que he ido, guardo una nueva historia que contar y más recuerdos que atesorar -sin lugar a dudas un lugar que recomiendo.