Exprese su amor sin importar lo que le digan, o lo que le empujen a creer → SoldeVenezuela

Hace poco tomaba mi almuerzo en la sala una hora más temprano de lo acostumbrado. Estaba super de lo más relajada ya que me encontraba sola y no estaba haciendo nada de lo que comunmento hago a esas horas: programando o actualizando websites, o escribiendo y editando contenido para recursos. Decidí entonces ver un rato la tv y cambiando canales me encontré con uno que me atrajo mucho la atención; presentaba a una mujer siendo entrevistada quien le comenta al experto sobre su temor de demostrar amor y aprecio con quienes se rodea, en las cosas que hace, e incluso sobre las dificultades que presenta al no poder expresarlo a su pareja por temor de repetir en su vida lo que ella vio pasar en su familia – que de hecho eran cosas dolorosas, tristes y muy negativas. Era de entender su temor al sentirse vulnerable de que le hicieran más daño emocional.

El experto en uno de sus comentarios le dice: «Expresa tu amor, no importa lo que te digan, o lo que te empujen a creer». Y reflexionando en la frase, me apoyé en mi sofá y lo primero que me vino a la cabeza fue una hermosa conversación que tuve con mi madre justo meses antes de casarme – ya de eso hace varios años.

Rememorando ese día, estaba de visita en la casa de mi mami – por esos días teniamos como un ritual de vernos para tomarnos el café juntas y hablar sobre las ventas, o productos, etc. La parte inferior de un edificio de 2 pisos era la ferretería que mi madre para ese entonces tenía y administraba, y la parte superior era su casa. Hablábamos de tantas cosas, esos meses antes de venirme a los Estados Unidos habíamos hablado tanto que realmente atesoro esos momentos como nada. Y como toda madre linda y preocupada, ella me llama para ayudarle a acomodar una mercancía que había llegado y entre la conversación sutilmente me busca la vuelta para preguntarme sobre mis miedos y grandes temores sobre lo que me deparaba mi futuro próximo. Y la verdad, creo que le hice ver a mi madre ese día que yo también presentaba los mil y un temores tan comunes para muchas mujeres que entran o inician en una relación. Sobre todo mostré también la pequeña angustia que muchas de nosotras confesamos a otras sin importar la edad, la educación, la condición física o estatus social: ¿Qué pasa si él no valora mi amor y lo que hago?

Ya este mes para ser exactos cumplo 11 años de casada, repaso esos momentos con las conversaciones con mi madre con mucha gracia. Estoy agradecida por todo, por como ha sido mi esposo conmigo, por todo lo que sigo aprendiendo día a día, y también por los errores que cometo pero que acepto con responsabilidad y con una mentalidad mucho más abierta.

Madurar en muchas facetas de mi vida y ampliar las tantas perspectivas de la vida, no fue fácil para mí luego de haberme separado de mi madre y mis hermanos de quienes era muy pegajosa y unida; pero así es la vida y tarde o temprano tenemos que adaptarnos y aprender a manejar la vida de la mejor manera que podamos. Y hasta el momento, y durante todo este trecho, sigo manteniendo presente el consejo que mi madre me dió ese día de nuestra charla, y no solo lo aplico a mi matrimonio, también lo hago para con las cosas que hago y emprendo, y para con las relaciones que construyo con personas que poco a poco voy conociendo mucho mejor. Mi madre me dijo: «Lo que tu vayas a hacer hazlo porque también lo desees, hazlo porque tu corazón te lo dice, y ama con todas tu ganas. Disfruta lo bonito y hermoso del amor, y no te preocupes por cómo será o qué pasará mañana, que si llegase a suceder algo que no esperabas o creas que no te valoraron, te sentirás orgullosa sabiendo que tú si amaste de verdad y que tú si hiciste lo que creiste era correcto«.

Muchas personas cada vez que sienten que les va mal, o que otros no las valoran cada vez, o que se burlan de ellas, o que no las toman en consideración, tienden a reaccionar de una forma que sin darse cuenta les impide tomar ventaja de mejores oportunidades en la vida. Y siento que lo sé porque también he tenido momentos cuando me salen las cosas mal o creo haber tomado la peor decisión con respecto a algo, y resulta que viéndonos así nos sentimos terrible, queremos tirar en el cubo de la confusión y la decepción hasta las experiencias y los recuerdos más bonitos que nada tienen que ver con el problema.

Con nuestros errores opacamos, y a veces hasta apagamos de plano, el brillo de las muchas tantas cosas bonitas y hermosas que nos pasan. No podemos ver nada con buenos ojos porque para empezar no dejamos el amor florecer entre nosotros. El amor tiene que aflorar en nosotros de alguna forma para poder ver con claridad lo que debemos mejorar, cambiar, o arrancar de raíz de nuestros caminos – siento que esto es parte de lo que llamamos la verdadera transcendencia del amor-. Y no está demás recordar mucho más allá de lo que le digan a uno, o lo que le quieran hacer creer a uno, lo importante es que uno haga las cosas con amor y fe primeramente porque el resultado de ello hace mil maravillas dentro de cada uno de nosotros. Indiferentemente de como los otros te tomen, como te valoren, o incluso como te perciban, no dejes de expresar amor en cualquiera de sus facetas.

Una vez leí un artículo donde hablaban que no importaba de donde provenía el amor y cómo se expresaba su arte en nuestra vida pero que era urgente no impedir ser partícipe de sus obras. En el artículo, el autor comentaba que así como para unos era importante amarse a sí mismo primero antes de expresarlo con otros, igualmente, con la misma intensidad, para otros era dando muestras de amor al prójimo lo que les ayudaba a reforzar el amor a sí mismos.

Interesante y curioso, ¿verdad?

Hasta otra oportunidad, y muchos apapachos para tí 🙂