Soy amante a cierta literatura que de alguna manera puede desafiarme a intentar diferente y guiarme en cómo permanecer fortalecida llevando a cabo lo que pienso y deseo, y a mi ritmo.
Quienes me conocen saben que eso es algo que ni siquiera discuto ya, porque descubrí que al sentirme mejor imaginando posible mucho de aquello que leo, y poniendo en práctica de lo que otros han probado y comparten con buena intención, me es muchísimo más fácil abrirme a todo y mostrar de las cosas que también a mi me suceden.
La frase tan repetida en muchos escenarios hoy en día es: “No podemos dar de lo que no tenemos”, y es una frase que nos hace reflexionar o querer indagar sobre qué es lo que tenemos y qué es lo que nos hace falta. De lo que he podido ir aprendiendo de este tema, es que tenemos mucho bueno para dar y hacerlo es un secreto fundamental en nuestra prosperidad. Y a diario, creemos no estar presentes – o no vivir- en lugares y espacios que nos impulsen a dar por otros.
La realidad, sin embargo, y que nos comparte tanta gente próspera en cualquier lugar del mundo que ha hecho el ‘dar’ parte de su proceder en la vida, es que lo que damos regresa a nosotros multiplicado. Estamos tan mal acostumbrados a creer que en todo intercambio de valores alguien siempre ganará más que otros, y esto hace que veamos todo como un desbalance en el proceso de intercambio poniéndonos en defensa en cada nueva interacción con la gente.
La clave aquí es recordar que cuando sembramos semillas de cosas buenas y de buenas intenciones, cuando quitamos piedras en los caminos de las siembras, y los mantenemos libre de hierbas malas, muchísimo más y mejor es lo que vamos a cosechar.
Y esto se aplica tanto para todo en la vida: Aprender a dar amor, aprender a ver las diferentes formas valiosas para usar nuestro dinero que con mucho esfuerzo ganamos, aprender a enseñarnos diariamente cómo hacer un acto bueno para otros y para con nosotros mismos. No podemos ir por la vida creyendo que no tendremos mucho de ello para dar, pensando que nos quedaremos sin suficiente para nosotros vivir.
De lo bueno siempre hay mucho, y siempre hay quien lo necesita, en cada rincón del mundo, pero solo si así queremos verlo. Al aplicar este secreto esencial de dar de lo bueno que nace de nuestro corazón, y que tenemos realmente, no no los quita de la vida que llevamos.
La vida nos da a diario una oportunidad para volver a sembrar semillas buenas, si en las cosechas anteriores no nos gustó lo que recibimos. Talvez nos toque tener que sembrar en otro lado, en otras tierras, utilizar otros fertilizantes, pero hagámoslo con amabilidad – hagámoslo con nuevas personas, en nuevos lugares hasta ir sintiendo o probando qué significa ser ‘extra encantador’, porque vale la pena intentar hacer cambios que nos acerquen a la prosperidad.
Cuando pensamos en la prosperidad desde esta perspectiva abierta, disponible y abundante, nos hace disfrutar más de todo a nuestro alrededor y de la gente que vamos encontrando en el camino sinceramente.
Gracias por acompañarme en este momento, que tengas tu también un lindo día.
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