Había sido una persona que por muchos años solía decir sí para todo. Y en algunos casos me encontraba que me sobrecargaba con promesas y con tareas que realmente no eran ni siquiera mi deber hacerlas o cumplirlas. Y cuando se está en posiciones como esas, en donde uno se ve empujado a decir que ‘sí’ cada vez, uno termina aceptando y hundiéndose en situaciones en las que parece que va a explotar – y es justo allí en donde las relaciones, los trabajos, y toda actividad que uno disfrutaba entra a etapas de agobio.
En mi caso muy personal, cuando hoy analizaba de todo ello, puedo ver que parte de esta actitud, o conducta, o mal hábito que tenía -y creo que mucho aún me queda-, era por deseos de ‘no crear rollos’, querer gustarle a muchos -especialmente a quienes admiraba-, o de sentirme aprobada por todo lo que hacía -específicamente por quienes esperaban mucho de mí-. Incluso, al actuar de esa forma me hacía creer que así mostraba el amor verdadero a quienes no tenía tan cerca como yo deseaba.
Y aunque el aceptar todo lo que me asignaban, me ofrecían, o me pedían, parecía ser algo fácil(¡pues era una persona cool!) … resultaba que todo ello se tornaba en una inmensa tensión, en malos desacuerdos, y en resultados mediocres. En serio, resultaban relaciones mediocres, trabajos mediocres, y mis expectativas como persona en crecimiento mostraban también varios resultados que para nada me gustaban. No era que no podía tomar una actitud un tanto flexible y poner de mi parte y aceptar lo que era necesario para que las cosas marchasen bien. Era más bien el no terminar de aceptar que cuando me comprometía, o me veía envuelta para aceptar algo con alguien que nunca me demostraba cosas y resultados positivos, le hacía daño a mi persona y faltaba a las cosas que yo creía. Mi mentalidad era tan positiva -y eso no siempre es bueno- que a veces no quería aceptar que hay gente que simplemente nunca va a cambiar con uno para bien.
Hay gente que nunca va a cambiar contigo para el bien de ambos… y a esa gente hay que aprender a decirles que NO.
El decir NO cuando sabemos que estamos en lo correcto, y que creemos que la otra persona presciente y entiende nuestra posición, es la mejor forma de demostrar también amor. Empezando por demostrarnos amor a nosotros mismos primeramente y dejando ir a muchos para dar espacio a otras relaciones, trabajos, y actividades que esperan por nosotros, por nuestra buena vibra y disposición; este es el mejor paso para la transformación y extensión de nuestras muestras de amor.
Por años me tomó mucho caracter el decir ‘NO’ -se me hacía más fácil ponerme y lucir brava- a algunas personas y a sus envolvientes palabras en las que yo ní creía para nada, especialmente cuando estas acciones envolvían o afectaban de alguna manera a personas que yo quería. Es muy difícil para muchos de nosotros tomar ese valor y desarrollar ese caracter para decir «¿Sabes qué? NO!» Y allí es donde radica gran parte de nuestra madurez como persona.
¡Carajo! cuando digo que NO realmente sintiéndolo me siento madura y responsable conmigo misma.
Nos vamos formando seres tan completos con el tiempo que fácilmente vamos poco a poco reconociendo, respetando y valorando las horas, los momentos, los gestos, las palabras, las acciones, y las preguntas que otras personas nos comparten y nos dedican.
Aprender a decir SI o NO, cuando realmente es nuestra intención, es una etapa de la vida que puede llegar a ser tan hermosa para uno – aunque a otros le desagrade-. Pero en esa parte bonita de esta etapa de cambios es que disfrutamos gustosamente el poder actuar y expresar sin merodeos lo que queremos, lo que amamos, lo que esperamos, y por lo que nos esmeramos.
Si a ti también se te hace difícil utilizar esta palabra tan maravillosa – NO – agrégala a tu arsenal de palabras de crecimiento personal. Déja que ‘NO’ salga cuando algo comienza a abrumarta o ahogarte. La sensación de paz que uno siente luego cuando libera la palabra NO, realmente es una sensación inigualable. Las personas maduras podrán entender tu posición fácil y francamente, pero la inmadurez, la falta de respeto, o la poca fe de otros, no tiene porque ser el motivo de tus confusiones, agobios y malos momentos.
Bendiciones para tí en este día 🙂