Definiendo a nuestros hijos cada día con la probabilidad de crear grandiosos cambios.

Esta mañana dejaba a mi hijo en su kindergarden y, no se si le pase a muchos padres, me entró un poquito de nostalgia cuando me despedía. Verlo como crece y se va haciendo independiente en tantas tareas, ver lo alegre y ansioso que caminaba para llegar a su salón de clases y encontrarse con sus compañeritos y amiguitos después de 10 días sin haber tenido escuela, ver como volteaba a mirarme y con sus ojitos y sus manitos decirme que me fuera tranquila que todo iba a estar bien, realmente me llenó de nostalgias y me sacó una sonrisa.

Quise quedarme un ratito y a través de una ventana convertirme en un expectador silencioso.

Al observar como todos esos nenes se integraban y llenaban un área tan rebosante de energías, unos seres mostrando tantos trocitos de mundo, concluí que realmente es teniendo pasión e inmenso interés en asumir un buen rol que toca vidas tan suceptibles cómo en definitiva podríamos entender a cabalidad lo que envuelve ayudar el futuro.

Muchas personas se quejan, y quizá deba incluirme también en algunos casos, de lo que depara el futuro, de los cambios sociales que presentamos y que creemos no son los mejores para nuestras comunidades, de como las nuevas generaciones van o no van dando la talla en lo que esperamos, y cómo incluso se comparte y se debate el tema «es mejor no esperar nada de los chicos» – el cual considero una opinión dañina extrema que nos lanza más a la deriva y nos sumerge en el temor de lo que le pueda deparar el futuro a nuestros pequeños.

Y la cosa es que somos nosotros, cada uno de nosotros con nuestros comportamientos, morales, valores, pasiones, amores, esperanzas, acciones, palabras y gestos, los que estamos sirviendo de modelo en el corazoncito y mente,  no solo de un niño, sino de muchos niños.

Nosotros vamos ayudando a definir a nuestros hijos cada día con lo que hacemos y decimos, y eso hay que tomarlo con mucha seriedad y responsabilidad. Hay un gran debate en temas de la crianza de los hijos en las cuales las opiniones se ven afectadas y ajustadas por la cultura, por la educación de la familia, e incluso por preferencias de partidos políticos y religiosos, que ante tanta bruma muchas personas optan en dejar que el tiempo les diga cómo actuar mejor (o a que el niño aprenda por sí solo de la vida cómo actuar), y a veces terminan no actuando del todo, no estando cabalmente presentes en el desarrollo de los primeros años de un niño. Y ya luego, para muchos, cuando quieren ‘aparecer’ presentes ya es tarde.

No podemos generalizar las cosas, eso es cierto. No podemos asumir que las situaciones se presentan para todos de la misma forma, eso también es cierto. Pero también hay algo muy cierto y es que vemos, igualmente como expectadores silenciosos, como nuestras calles están llenas de jóvenes que expresan sentirse vacíos, de chicos ‘perdidos en un limbo’ sin saber de un rumbo sano, de gente desinteresada en sus propios hijos porque sus vidas como adultos, la verdad, que son una calamidad – y estas palabras son dichas por los mismos adultos cuando les preguntan por las acciones de sus hijos. Y no lo confirmo yo, sino que lo leo en los reportes médicos y los resúmenes escolares con números y estadísticas en aumento.

Usted define a un niño cada día.

Y sin enfocar cómo le definieron a usted, cómo le ayudaron a definirse, o qué le marco su propia vida, usted tiene un chance de ser aún mejor de ahora en adelante. Créalo y siéntalo. Mire a un niño y mire su chance.

Lo bonito y esperanzador es que muchas de las veces, inconscientemente, con una pequeña muestra de amor, de atención, y de respecto, es más de un niño al que llegamos.

Los niños observan tanto, absorven tanto, y aunque quizá alguno de esos niños dentro de sus propios hogares no sientan o vivan lo que notan diferente en otras personas, la sensación de querer experimentar algo bonito y que los llene de paz es una vivencia que transciende las paredes de su propios hogares. He llegado a creer que con la capacidad maravillosa que tienen estos pequeños para imaginar pueden crear en sus mentes esos hogares mejores que desean.

Un acto libre y abundante en las cosas buenas es el mínimo detalle que nuestros alrededores necesitan. La definición de un niño para un mejor futuro es una tarea delicada y divina, que con amor, atención y respeto hace que los resultados sean tremendamente visibles.

He visto y creo con todo mi corazón que no tiene sentido enfocarnos cerradamente en la crianza de nuestros propios hijos desconociendo o ignorando su alrededor. No podemos pretender que con solo sus acciones individuales todo estará bien. Creo que parte de ayudar a definir a nuestros hijos envuelve mostrarles ese amor, confianza y respeto que tenemos hacia ellos y hacerlo para con otros niños. Ellos aprenden de un modelo: nosotros. De esta manera podemos ayudarles a entender que está bien actuar como le indique su corazoncito cuidando a ese prójimo a su lado con quién disfruta tanto cada día: sus amiguito/a.

Siento que a muchos en nuestras sociedades les haría perfecto abrirse a la creencia de cocrear educación con más significado. Lo desalentador es que pareciera que no hay tiempo y que hay quienes siguen creyendo que el mostrar un poco de interés en otros niños implica entrometerse en la vida ajena. Y la falta de conocimiento en estas prácticas elementales sociales hacen que seamos a veces tan ignorantes en discernir que es lo más caluroso, humano, y bonito para nuestros pequeños. Sin embargo, siempre hay rayitos de luz en la oscuridad de todos y nunca es tan tarde para marcar una gran diferencia en la vida de una persona, en especial la de los pequeños quienes parecen nunca olvidar un gran gesto. Hay que creer. Hay que poner un buen granito de arena en la mentecita alerta de un niño, simplemente porque es un niño y porque es y debe estar con otros niños para crecer sano.

Hay que poner un buen granito de arena en la mentecita alerta de un niño, simplemente porque es un niño y porque es y debe estar con otros niños para crecer sano.

Dejé de observar desde la ventana, y caminando a casa decidí escribir todo lo que pensé. Y me siento orgullosa de las palabras que florecieron.

Ten lindo día y gracias por acompañarme.

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