El voluntariado ha sido un tema que me ha fascinado por muchos años, y más cuando emigré a los Estados Unidos ya su buen tiempo. Tratando de entender mejor mi entorno y familiarizarme con las organizaciones y programas que observaba y de las que escuchaba en mi ciudad, me encuentro en Seattle, supe de oportunidades para hacer voluntariados que ofrecían distintas formas de contribuir a mi comunidad. Sin embargo, el impacto más grande que siento genera en uno mismo, y en muchos aspectos, es que es una excelente manera de enriquecer nuestra vida social –tan necesaria en este tipo de dinámicas que suceden en estas ciudad en donde el clima frío a veces no ayuda a muchos conectar–.
Y si tu eres inmigrante o consideras emigrar a otro país, te quiero comentar de este tema porque es una de las mejores opciones que yo he visto que nos ayuda bastante con la adaptación, búsqueda de trabajo, y esa conexión con primeras amistades. Cuando hacemos voluntariado, estamos de alguna manera forzándono a relacionarnos y conectar con otras personas que, sea que compartan o no nuestros mismo valores, de alguna manera nos orienta a saber construir relaciones significativas y fortalecer nuestro sentido de pertenencia en un nuevo lugar. Y en esta era digital actual, muchas personas tienen dificultades para encontrar interacciones auténticas cara a cara, relacionarse con otros o de plano poder mantener una corta conversación con alguien, y el voluntariado noto con tanta frecuencia que ofrece a muchos esas oportunidad natural para ello de arreglarse, salir y poner de su parte para conectar saludablemente.Y vaya que te digo que hay muchas organizaciones que al expresarle nuestros deseos de mejorar nuestras relaciones y contruibuir mejor, nos guian y asesoran al respecto para saber dar pasos a u na vida social en buen pie.
Además de ello, el dedicar tiempo a alguna causa que te importan, no solo te permitirá ayudar a los demás, sino que también te permite adquirir un sentido de propósito, reduciendo los sentimientos de aislamiento y mejorando tu bienestar emocional. Hay de hecho estudios que han demostrado que el voluntariado puede ayudarnos a reducir o manejar el estrés y mejorar nuestra salud mental al fomentar interacciones positivas y redes de apoyo social (y quizá es aquí el trabajo más intenso: saber identificar lo positivo en nuestra vida y que es aquello de apoyo). También se ha demostrado que al colaborar con otros a través de un voluntariado, nos abrimos puertas de entrada para aprender nuevas habilidades, para al crecimiento profesional y ampliar los círculos sociales –y de esto dejame decirte que tengo varias historias mías y de otras personas a quienes suelo entrevistar por mi trabajo–. Lo que te resalto acá es que muchas oportunidades para las cuales sí estamos capacitados o que son ideales para nosotros explorar no llegan a nosotros al no salir a socializar y mostrarnos en causas que afectan positivamente en nuestro entorno.
En este audio-post a continuación que creé para una de mis cuentas en Instagram te hablo un poco más de ello que quizá no habías llegado a considerar.
Muchos encontramos tanto valioso y bello en el voluntariado, y algo de esto quizá es porque sentimos que genera un doble impacto: mientras beneficiamos a los demás, también fortalecemos nuestra autoestima, valía, nuestros propios lazos comunitarios y nuestra felicidad personal. Y en todo trabajo en la vida esas cualidades son necesarias y bienvenidas.
Así que amiga-o seas que estés ayudando en un refugio local, en tu iglesia o escuela, participando en limpiezas comunitarias u ofreciendo parte de tu tiempo para asesorar u orientar a otros con algo que tu sabes, recuerda que el valor del voluntariado va mucho más allá de eso que crees es un simple acto de dar: es la herramienta clave que crea vínculos sociales duraderos, y que por ende nos acercan a nuevas áreas para explorar y transformar nuestra calidad de vida y con dignidad.
Gracias por visitar mi espacio y que tengas un gran día.